viernes, 30 de noviembre de 2012
Nadie estuvo como vos, y siempre me lo demostras. Te debo hasta la luna, y con gusto te la regalaría si pudiera. Sos un sol en mi vida, que alumbra y me guía, que me sostiene y me acompaña en este camino que se llama vida. Sos mucho mas que un regalo, ese que nunca pedí y que me fue concedido solo a mi. Todo para mi. Sos mi vida, y que no daría por vos. Y te agradezco por tu lealtad, vale mucho mas que la de cualquier otro, incluso mas de lo que quisiera esperar de tantos mas, pero vos me la das. Y porque te tengo, me doy cuenta que no necesito nada mas. El merito es todo tuyo, yo solo aprendí a quererte cada día. Por todo eso, y mas, te amo.
En el muelle de San Blas
Ella despidió su amor, el partió en un barco en el muelle de San Blas. El juro que volvería, y empapada en llanto ella juro que esperaría. Miles de lunas pasaron y siempre ella estaba en el muelle, esperando. Muchas tardes se anidaron, se anidaron en su pelo y en sus labios. Llevaba el mismo vestido, por si el volviera, no se fuera a equivocar. Los cangrejos le mordían su ropa, su tristeza, y su ilusión. Y el tiempo se escurrió, y sus ojos se llenaron de amaneceres. Y del mar se enamoro, y su cuerpo se implanto en el muelle. Sola, sola en el olvido. Sola, sola con su espíritu. Sola, sola con su amor el mar. Sola, en el muelle de San Blas. Su cabello se blanqueo, pero ningún barco a su amor le devolvía. Y en el pueblo le decían "la loca", la loca del muelle de San Blas. Una tarde de Abril, la intentaron trasladar al manicomio. Nadie la puso arrancar y del mar nunca jamas la separaron. Se quedo con el sol, y el mar. Se quedo ahí, se quedo hasta el fin.
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