Inevitablemente tengo que odiarlo. Lo culpo de mi soledad, de mi miedo a las personas, de mi desconfianza en general, de mi despecho.
Una sola palabra hubiese bastado para salvarme. Una sola. Una llamada, una caricia, algo. Un indicio de preocupacion, de que te importaba. De que querias que siguiera viva. Pero hiciste oidos sordos, te hiciste a un lado. No me escuchaste.