lunes, 12 de noviembre de 2012

Vivir una vida sin una razón.

Como una maquina programada para hacer lo mismo una y otra vez, así actúa mi vida sin querer. Admito que no proceso todo lo que siento, me cuesta digerir ciertas cosas y otras, ni cuenta me doy de lo que de verdad esta sucediendo.  Día tras día, me transformo en un robot programado, esperando, ansiosa de que algo grande y asombroso suceda. No quiero importantes sobresaltos, solo algo interesante para resaltar con un fibron fluorescente  al final de mi camino. Quizás pretendo demasiado, pero prefiero echarle toda la culpa a mi esperanza que no se deja marchitar tan fácilmente. La rutina te termina matando (dicen), por eso de vez en cuando cambio el viaje de regreso, agrego un dulce a mi desayuno y hago cosas estúpidas solo para recordarme a mi misma que aun existo. J U RO que a veces lo olvido. Pero no puedo dejar de ser leal a mis principios, de escuchar la misma canción a la misma hora, y de tener esos hábitos tan quisquillosos. Lo único que espero de esta inmutable vida es recibir una noticia de el. Yo solo quisiera saber si aun me recuerda tanto como yo a el. 

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