jueves, 15 de noviembre de 2012
No intervenir en los demás.
Que ilusos si piensan que va a cambiar porque ustedes lo quieren. A veces una persona es como es, y punto. No va a cambiar y no lo puede hacer o si lo hace, no sera de la noche a la mañana. Nacio así y ya, déjenlo en paz. Lo único que provocan es que se sienta peor o mas infeliz de lo que ya puede estar por vivir o ser así. Los demás se convierten en el problema cuando intentan cambiar a alguien simplemente porque no les gusta, pero deberían cambiar ellos mismos con esa mirada juzgadora. Porque cuando se trata de opinar o echarle la culpa a alguien o de ver la paja en el ojo ajeno, todos son expertos. Y me incluyo. Probablemente, y no digo siempre, los errados son ellos. Ellos y sus prejuicios. Ellos y sus actitudes perfeccionistas. Ellos y su intolerancia a las diferencias. Entiendanlo, todos somos imperfectos y no vamos a estar ni a un milímetro de la perfección y todos nacimos con un maldito defecto. Pero para convivir hay que hacerlos a un lado y dejar de creer que somos jueces de los sentimientos, de las personalidades, de la educación, de los modales e incluso de la moral. Si quieren que una persona sea una mejor persona, no la juzguen, desprecien o discriminen, porque gracias a Dios, todos somos diferentes, caiga en gracia o no. Que cada uno se encargue de ser un buen ejemplo y nada mas.
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